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LA FOTO DE MI MUJER







relatos de sexo


Ella estaba muy tranquila ese día. Como si fuera un día más. Había llegado del trabajo y como siempre una dulce sonrisa se dibujaba en su rostro. Lo primero que hacía al llegar es darme un beso y saludar a sus hijos.

Entró al baño a ducharse y dejó su celu sobre la mesa. Yo podría escuchar desde la pieza el chorro del agua y que se estaba bañando. De pronto tuve la curiosidad de mirar su celular y buscar una foto que nos habíamos sacado el día anterior. En su galería había montones de fotos de los chicos y algunas de ella que yo la había sacado. De repente y para mi sorpresa veo una foto totalmente distinta. Era la foto de una mujer, desnuda, que estaba en cuatro patas y tenía un p3ne dentro de su c0la. No se veía el rostro de la mujer porque la fotografía se había tomado desde muy cerca, probablemente la había tomado el propio hombre quien habría metido su pene en la cola de aquella mujer.

De tan cerca que se había tomado la foto se podía ver las venas de la p1ja y se notaba que había entrado a duras penas a esa cola.

E
sa c0la me parecía conocida pero no tenía certeza de nada y tampoco podía decirse que era una imagen de internet por la forma en que la sacaron, no era profesional. Pasé la imagen a mi celular y borré el SMS para que no se diera cuenta que alguien la había enviado Entonces salió del baño. Esa noche no le pregunté nada sobre esa imagen pero la miré mil veces y no podía distinguir si esa cola pertenecía o no a mi mujer. No sabía qué pensar, por un lado, tenía terror de que alguien más la estaba cogi3ndo y por otro, deseaba que fuera su cola. Esa noche me pajeé pensando que esa cola era de ella y alguien la estaba metiendo duro. Me calentaba la idea de que alguien más estaba disfrutando la hermosa cola que tiene mi mujer.


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Al día siguiente, empezó una discusión común de pareja y entonces mencioné la foto. No la vi nerviosa como la esperaba. En realidad ella estaba dolida porque se había disgustado conmigo por una mujer. El fantasma de aquella chica con quien me había encontrado la perseguía por mucho tiempo. Ya había pasado como seis meses de aquel encuentro, pero ella no lograba olvidarse. Entonces me echó la culpa y dijo que lo había hecho por despecho, que estaba haciendo lo mismo que le hice yo. Me quedé sin palabras y ya no había dudas de que esa foto era de ella y que el hombre que tenía el p3ne adentro de su cola era su fotógrafo. ¡ No lo podía creer! . No nos hablamos hasta la noche cuando me acerqué a ella y le pedí que me contara todo, que me ponía muy caliente escucharla hablar de cómo sucedió , cómo conoció al hombre y cómo le hacía. Le pedí que me contara con lujos de detalles mientras la besaba y le hacía el amor. Entonces comenzó.







Ella trabajaba en una casa de familia como empleada doméstica. Era puntual y siempre le gustaba hacer bien sus cosas. Cada mañana, el portero le abría la puerta del edificio porque no llevaba consigo las llaves. Ella era tímida y no se disponía a hablar con cualquier persona del edificio. Llegaba, subía directo al tercer piso y de ahí, a la tardecita, volvía a tomar el bus de regreso a casa. Con la única persona que emitía más de una palabra era con el portero quien cada día estaba ahí y debía saludarlo.

Una mañana, había mucho tráfico y llegó un poco más tarde al trabajo. Llegó muy agitada y no tuvo tiempo de avisarle a su patrona sobre la demora. El portero se ofreció ayudarla para cualquier cosa que necesite, inclusive para avisarle a su patrona en caso de algún retraso o lo que sea. Entonces le pidió su número.

En el trabajo nunca hablaron de más, solo el saludo y algunas que otras palabras. Pero las redes sociales generalmente son distintas y una tardecita le sorprendió un “ hola" del portero por WhatsApp. Empezaron a conocerse un poco más. Ella le contó que tenía marido, hijos y que llevaba 5 meses trabajando en ese edificio. Él también era casado y le contó que también tenía hijos y que era muy hogareño, un tipo tranquilo que inspiraba confianza. Era mayor que ella, un señor con más experiencia en la vida.

Desde entonces empezaron a ser más amigos, esas confesiones sirvieron para unirlos más y cada mañana se saludaban como si se conocieran de siempre. Más tarde, a la hora de la despedida, ella bajaba apurada después de un día muy pesado. Se acercó para despedir a su amigo y para su sorpresa este le dio un abrazo y le acarició la espalda. Ella no sabía como reaccionar y lo miro sorprendida. Él se disculpó y le dijo que quería hacerle una confesión. En el edificio ya no había nadie más que ellos. “Amiga, no quiero que te enojes conmigo, pero me encanta tu forma de ser, siempre calladita y muy educada. Hace tiempo te estoy observando pero no quería decirte nada por temor a que te enojes ''.




Ella no sabía qué responder. Solamente se le ocurrió reclamarle que él tenía mujer, una familia. Sin más palabras se despidió y se fue.

Esa misma noche empezaron a hablar y una cosa llevó a la otra. Ella estaba dolida y sentía que si pasaba algo con aquel hombre solamente estaría pagando con la misma moneda a su marido. Aquel hombre con más experiencia la convenció de que no estarían haciendo nada malo, que él también se sentiría mal porque tenía esposa, pero que no podía evitar las ganas. Ya sin tapujos aquel portero le dijo que siempre le miraba la cola al pasar y que le encantaría chuparla toda. Ella estaba a mil y lo que al principio parecía un impedimento ( que él tenía esposa) le resultó más atractivo.

El portero tenía su cuarto en el último piso y dormía ahí. Era muy fácil para hacerlo. Solamente debían acordar el día y ya estaba. Ellos ya sabían que después de esa conversación el único momento que esperaban era encontrarse a solas. Esos chats habían provocado una explosión de energía y necesitaban descargarla. Pero el portero iría por más. Se animó a ponerle una exigencia. Que la iba a c0ger pero tendría que ser por la cola sino no. Ella estaba increíblemente excitada y no solamente aceptó sino redobló la apuesta y también puso su condición. “ Si querés probar mi c0la lo harás sin preservativos”.




El portero le dijo que al día siguiente viniera muy temprano y que la trajera limpia porque apenas ella llegara la llevaría arriba y que la iba a poner en el piso, a cuatro patas y la cogería como una perra.

Ella no imaginó que le iba a gustar tanto las palabras de aquel hombre. Esa noche durmió poco pensando en todo lo que se dijeron. Ella entraba las 8 en su trabajo pero esa mañana las 7 ya estaba tocando timbre. Su pelo lacio toda mojado y una blusita que hacía lucir sus escotes. Mientras subían en el ascensor él le chupó las tetas sin mediar palabras. Ella estaba como loca, no creía lo que estaba pasando

La llevó a su cuarto, la desvistió a empujones y empezó azotar su cola con la palma de su mano. La estaba tratando realmente como una puta. La puso de rodillas frente a él y le dijo que desprendiera el cierre de su pantalón. Ella trataba de hacerlo apresuradamente y cuando sacó vio el p3ne erecto y bien grueso. No lo podía creer. El portero le preguntó ¿es más grande que el de tu marido? Ella respondió que sí y no paraba de chuparlo. Una mano entre los huevos y su garganta que hacía un fuerte ruído cada vez que entraba y salía. Aquel hombre también mencionó a su mujer. “Vaya, nunca me habían chupado así, ni siquiera mi mujer. Tú seguramente andas chupando p1ja todo el día para hacerlo así”.

Él estaba maravillado por aquella mujer, en realidad nunca había conocido a una chica como ella, que disfrutaba su p3ne, estaba por comerla toda, le chupaba los huevos, pasaba la lengua por todas partes, sus labios estaban lleno de leche y su garganta disfrutaba a full. Estaba a punto de acabar y entonces sacó su pija de golpe y la puso en cuatro. Miró su c0la y era tremenda. Acercó ambas manos y la posó sobre sus nalgas, la abrió lentamente y puso su nariz ahí, quería olerla, saborearla con su lengua antes de meter su pija.

El portero revisa su pantalón y saca unos 600 pesos de su bolsillo y le dice a la mucama. Te voy a pagar por tus servicios porque eres una excelentísima puta y te lo mereces. Ella le dijo que no, que lo estaba haciendo por placer mientras le rogaba que le metiera su pija. La ponía más caliente cuando le ofreció dinero porque en ese momento ella se sintió realmente como una cualquiera, que le estaban dando dinero a cambio de sexo.




El portero primero introdujo sus dedos en la cola apretadita de la mujer, no quería entrar, su cola era grande pero su agujero chiquito. Le dio otra fuerte na1gada y empezó a introducirle su p3ne. Ella sentía dolor, porque aunque no era tan largo era muy grueso. Empezó a dilatarla un poco más hasta que al fin sintió cómo aquel p3ne habría su propio camino para introducirse más y más.

Mientras el portero la bombeaba a full ella estaba en el piso, a cuatro patas, tal como le había dicho el día anterior. Su cama estaba al lado pero nunca la usaron. Ella sentía arder sus rodillas, pero más grande era el placer que sentía por atrás. Ella todo abierta y un p3ne adentro de su c0la. Quería recordar ese momento y entonces tomó su celular que estaba en la cama y le dijo al portero “ Sácame una foto. Quiero ver cómo se ve tu p3ne en mi c0la” Se quedó quietita con el pene en su cola y una vez sacada la imagen volvió a moverse introduciendo su cola hasta el fondo.

Ella estaba tan excitada que sentía como chorreaba juguito de su concha. Mientras él la penetraba más y más ella tenía una mano en su vagina totalmente mojada. No se aguantaba la necesidad de sentir su pene tan rico en su concha. Entonces le pidió al portero que le meta ahí, que quería acabar sobre su p3ne. El portero no quiso hacerlo y le dijo “Esa c0ncha es de tu marido, pero tu cul0 es mío” y no se lo metió. Ella le rogaba que lo hiciera, pero él volvía a repetir “Esa c0ncha es ajena, la respeto, pero tu cul0 no es de él”. Esas palabras la excitaron más de lo que estaba y sin saber cómo, sintió que tenía un orgasmo.

Ya se acercaba la hora en que tenía que trabajar, ya casi había pasado una hora en ese lugar. Él no aguantaba más y ella sintió que él estaba a punto de acabar. Entonces sacó de repente su c0la del pene y puso su boca en la p1ja del portero. Él no pudo evitar y acabó como nunca. Le vino un montón de leche, espesa como a ella le gustaba. No dejó ni una gota, la tragó todita y parecía que quería más. Pasó su lengua por toda la p1ja y los hu3vos, la limpió de arriba abajo y por último besó la cabecita de su p3ne. Se pusieron la ropa y él quiso darle el dinero. Ella le repitió que no lo hacía por dinero, pero igual él introdujo los billetes en el pantalón que llevaba ella. Se sentía excitado pagando a una mujer.

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