Mi mejor amigo
Relatos hot
Hola a todoss amigos del grupo de faceboook relatos e historias hot , me anime a escribirles y mandarles esta historia porque esta tematica nunca fue tocada en otros relatos. no los culpo yo la descubri casi por accidente, y debo decir que no siento culpa ni me siento extraña, pero bueno vamos a los hechos ...
Esto que les voy a contar sucedió a fin de Septiembre. En aquel entonces vivía con mis padres y con un hermano mayor. Como bien sabrán en esas fechas, aqui en Paraguay, los días son ya bastante calurosos y las tardes fabulosas.
Ese día, a pesar del sol radiante opacado por una brisa fresca que venía de la costa del rio, de los habitantes de la casa sólo quedaba yo; habían salidos todos, mamá y papá se habían ido a visitar a unos amigos, y no volvían hasta la noche. Y mi hermano, creo, se había ido a jugar a la pelota.
Como el aburrimiento pesaba a esas horas me dispuse a tomar sol al reparo de la parte trasera de la casa, ahí sí que el sol se hacía sentir por suave que estuviese… Fui al placard, busqué el biquini a rayitas y acto seguido de ponérmela seguí preparando lo que sería algo así como un picnic. Me llevé el equipo de mate, unas galletitas secas y un pote de dulce de leche empezado que encontré en la heladera.
Otra cosa que no podía faltar era un poco de buena música. Mientras me asoleaba sobre aquella gran reposera blanca sonaba mi música preferida a alto volumen, mientras me tomaba unos mates acompañados con galletitas untadas con dulce.
Ringo, mi perro bóxer, andaba correteando por ahí y al oír el ruido del envase de las galletas se vino a mi lado para que le convidara… una y otra y otra más, así entre los dos nos terminamos el paquete.
Con la panza llena y con el sol de frente me había dado sueño y pensé: “seguro que me voy a dormir, ¡me conozco!” Y se me cruzó por la cabeza la idea de tomar sol desnuda, total estaba sola, nadie me vería. Sin más preámbulos, me lo quité y me acosté boca arriba.
Se ve que con el calor que adentraba en mis partes pudendas, mi pub1s comenzó a transpirar, porque sentía muy sutilmente algunas gotas caer. Entre dormida y alejada de la realidad intuía entre mis piernas un suave cosquilleo, era una sensación tan placentera que fui abr1endo mis piernas poco a poco hasta dejarlas tan abiertas que mis labios se separaron. Inquietante, y sin abrir los ojos bajo el estado de inconsciencia general, mi húmeda vag1na comenzó a chorrear, cayendo un liquido tibio que sentía deslizar por los mus1os, a la vez que se contraía, convirtiendo a mi cuerpo en un repentino descontrol, hasta que me despertaron mis propios g3midos y mi respiración agitada.
Al mirar delante de mí, y caer a la cuenta de lo que estaba sucediendo, llamé al perro por su nombre como retándolo; entonces Ringo comprendió mi enojo y se alejó de mi mojada y caliente c0ncha.
Había despertado por la gran excitación. Mi cl1toris palpitaba, pidiendo ser succionado una y otra vez. Fue allí donde miré a Ringo y vinieron a mí, pensamientos e imágenes morbosas de lo que podría suceder si yo daba rienda suelta a mi imaginación…
Sin más pérdida de tiempo llamé al perro cariñosamente por su nombre y haciéndole unos mimos lo fui guiando a mi s3x0, pero este no captaba mi idea: ¡claro, antes lo había retado!
La idea iluminó mi cara mientras miraba el pote de dulce. Extendí mi brazo y lo alcancé; lo destapé y de un solo movimiento y con 3 de mis dedos, hurgué en el recipiente retirando una espesa cantidad de mi dulce predilecto… Llevé mi mano hacia el hocico de Ringo, quien al encontrarse con el dulce lamió con ansias. Inmediatamente, le retiré la mano y lo fui orientando muy despacio y acercándome poco a poco a mi preciado y húmedo d3seo. Con su hocico pegado ya a mi mano, y en cada movimiento que ejercía, el perro lameteaba mis pegajosos dedos.
Comencé a deslizar mis dedos por toda mi vag1na, y como mi excitación estaba al borde de explotar, puse las pi3rnas en alto dejando bien abierta mi caliente c0ncha… y con lo que me quedaba de dulce en los dedos fui embadurnando el camino hasta llegar a mi cul0. Sintiéndome como una perra en celo, metí un dedo en mi c0ncha retirando de ella una mezcla de mi néctar y el dulce. Luego lo pasé por la boca de Ringo que pareció enloquecer cuándo lo degustó, y viendo de dónde salió ese manjar enterró su húmedo y frío hocico en toda mi vu1va y con su larga y áspera lengua se devoraba todo al paso. En cada ligera lamida que daba, arrancaba de mí un fuerte g3mido que parecía enceguecerlo.
Remataba mis gritos con fuertes lametones separando mis labios y devorando mi clítoris que asomaba generosamente al exterior… lo jalaba como si quisiera sacarlo de su sitio. No pude contenerme y exploté en un 0rgasm0 tembloroso que ayudaba a hundir más su Hocico en mi c0ncha. Cuando no le quedó más por comer de ella, bajó lamiendo la raya de mi cu10 siguiendo el camino de dulce que yo le había dejado, y al llegar a mi virgen y apretadito cu10 se encontró con el premio. Al ritmo de su áspera lengua, yo me lo iba abriendo con todas las fuerzas que mis manos podían ejercer hasta dejarlo lo más abierto posible.
Sentía en cada lamida como si me pasara una lija por él, dándome una sensación de ardor y de grato dolor. Disfruté uno a uno esos brutos lengüetazos que el can me proporcionaba, clavándome una mirada inquisidora y a la vez desorbitante. De pronto, le veo asomar su falo asquerosamente rojo y humedecido, a la vez que daba movimientos en el aire como si me estuviera p3netrando. Luego me di cuenta que estaba tan caliente que no encontraba poco montarme, hasta que de golpe dejó de lamer mi chorreadera y descubrió que ahí donde estaba su lengua podía satisfacer su terrible cal3ntura.
El morbo de ver sus embestidas salvajes para intentar montarme fue tan grande que mirando su mi3mbro -que ya estaba en su total er3cción- me vine en otra secuencia de interminables 0rgasm0s… Y huyendo despavorida fui a refugiarme dentro de la casa por miedo a que Ringo me hiciera daño en su intento de satisfacer su magistral calentura.
Ese día, a pesar del sol radiante opacado por una brisa fresca que venía de la costa del rio, de los habitantes de la casa sólo quedaba yo; habían salidos todos, mamá y papá se habían ido a visitar a unos amigos, y no volvían hasta la noche. Y mi hermano, creo, se había ido a jugar a la pelota.
Como el aburrimiento pesaba a esas horas me dispuse a tomar sol al reparo de la parte trasera de la casa, ahí sí que el sol se hacía sentir por suave que estuviese… Fui al placard, busqué el biquini a rayitas y acto seguido de ponérmela seguí preparando lo que sería algo así como un picnic. Me llevé el equipo de mate, unas galletitas secas y un pote de dulce de leche empezado que encontré en la heladera.
Otra cosa que no podía faltar era un poco de buena música. Mientras me asoleaba sobre aquella gran reposera blanca sonaba mi música preferida a alto volumen, mientras me tomaba unos mates acompañados con galletitas untadas con dulce.
Ringo, mi perro bóxer, andaba correteando por ahí y al oír el ruido del envase de las galletas se vino a mi lado para que le convidara… una y otra y otra más, así entre los dos nos terminamos el paquete.
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Con la panza llena y con el sol de frente me había dado sueño y pensé: “seguro que me voy a dormir, ¡me conozco!” Y se me cruzó por la cabeza la idea de tomar sol desnuda, total estaba sola, nadie me vería. Sin más preámbulos, me lo quité y me acosté boca arriba.
Se ve que con el calor que adentraba en mis partes pudendas, mi pub1s comenzó a transpirar, porque sentía muy sutilmente algunas gotas caer. Entre dormida y alejada de la realidad intuía entre mis piernas un suave cosquilleo, era una sensación tan placentera que fui abr1endo mis piernas poco a poco hasta dejarlas tan abiertas que mis labios se separaron. Inquietante, y sin abrir los ojos bajo el estado de inconsciencia general, mi húmeda vag1na comenzó a chorrear, cayendo un liquido tibio que sentía deslizar por los mus1os, a la vez que se contraía, convirtiendo a mi cuerpo en un repentino descontrol, hasta que me despertaron mis propios g3midos y mi respiración agitada.
Al mirar delante de mí, y caer a la cuenta de lo que estaba sucediendo, llamé al perro por su nombre como retándolo; entonces Ringo comprendió mi enojo y se alejó de mi mojada y caliente c0ncha.
Había despertado por la gran excitación. Mi cl1toris palpitaba, pidiendo ser succionado una y otra vez. Fue allí donde miré a Ringo y vinieron a mí, pensamientos e imágenes morbosas de lo que podría suceder si yo daba rienda suelta a mi imaginación…
Sin más pérdida de tiempo llamé al perro cariñosamente por su nombre y haciéndole unos mimos lo fui guiando a mi s3x0, pero este no captaba mi idea: ¡claro, antes lo había retado!
La idea iluminó mi cara mientras miraba el pote de dulce. Extendí mi brazo y lo alcancé; lo destapé y de un solo movimiento y con 3 de mis dedos, hurgué en el recipiente retirando una espesa cantidad de mi dulce predilecto… Llevé mi mano hacia el hocico de Ringo, quien al encontrarse con el dulce lamió con ansias. Inmediatamente, le retiré la mano y lo fui orientando muy despacio y acercándome poco a poco a mi preciado y húmedo d3seo. Con su hocico pegado ya a mi mano, y en cada movimiento que ejercía, el perro lameteaba mis pegajosos dedos.
Comencé a deslizar mis dedos por toda mi vag1na, y como mi excitación estaba al borde de explotar, puse las pi3rnas en alto dejando bien abierta mi caliente c0ncha… y con lo que me quedaba de dulce en los dedos fui embadurnando el camino hasta llegar a mi cul0. Sintiéndome como una perra en celo, metí un dedo en mi c0ncha retirando de ella una mezcla de mi néctar y el dulce. Luego lo pasé por la boca de Ringo que pareció enloquecer cuándo lo degustó, y viendo de dónde salió ese manjar enterró su húmedo y frío hocico en toda mi vu1va y con su larga y áspera lengua se devoraba todo al paso. En cada ligera lamida que daba, arrancaba de mí un fuerte g3mido que parecía enceguecerlo.
Remataba mis gritos con fuertes lametones separando mis labios y devorando mi clítoris que asomaba generosamente al exterior… lo jalaba como si quisiera sacarlo de su sitio. No pude contenerme y exploté en un 0rgasm0 tembloroso que ayudaba a hundir más su Hocico en mi c0ncha. Cuando no le quedó más por comer de ella, bajó lamiendo la raya de mi cu10 siguiendo el camino de dulce que yo le había dejado, y al llegar a mi virgen y apretadito cu10 se encontró con el premio. Al ritmo de su áspera lengua, yo me lo iba abriendo con todas las fuerzas que mis manos podían ejercer hasta dejarlo lo más abierto posible.
Sentía en cada lamida como si me pasara una lija por él, dándome una sensación de ardor y de grato dolor. Disfruté uno a uno esos brutos lengüetazos que el can me proporcionaba, clavándome una mirada inquisidora y a la vez desorbitante. De pronto, le veo asomar su falo asquerosamente rojo y humedecido, a la vez que daba movimientos en el aire como si me estuviera p3netrando. Luego me di cuenta que estaba tan caliente que no encontraba poco montarme, hasta que de golpe dejó de lamer mi chorreadera y descubrió que ahí donde estaba su lengua podía satisfacer su terrible cal3ntura.
El morbo de ver sus embestidas salvajes para intentar montarme fue tan grande que mirando su mi3mbro -que ya estaba en su total er3cción- me vine en otra secuencia de interminables 0rgasm0s… Y huyendo despavorida fui a refugiarme dentro de la casa por miedo a que Ringo me hiciera daño en su intento de satisfacer su magistral calentura.
espero te haya gustado esta historia no olvides recorrer el blog y si puedes compartirlo te lo agradezco un monton y no olvides seguirme en facebook y twitter ..gracias!!!
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