SUSCRIBETE A MI CANAL DE HISTORIAS

LA CAIDA DEL PASTOR POR SU CALENTURA

Relatos hot




El Pastor Gustavo, un hombre de 63 años, había dedicado su vida al servicio divino y estaba casado con Berta desde hacía 40 años. Su vida había sido un ejemplo de integridad y devoción, hasta que una nueva feligresa, Tatiana, de 35 años, llegó a su iglesia. Divorciada y madre de dos niños, Tatiana traía consigo la historia de una vida pasada como cantante de rock, cuyo matrimonio con un músico había sido un verdadero desastre. Su presencia en la iglesia era como una brisa fresca: su cabello largo y oscuro, casi como una cascada de ébano, contrastaba con sus ojos verdes, llenos de historias y experiencias. Su cuerpo, esculpido por los años de actuaciones y ahora envuelto en ropa más conservadora, aún mantenía la silueta de una diosa, con curvas suaves y bien definidas que no podían pasar desapercibidas.

La primera vez que Tatiana entró a la iglesia, lo hizo con una mezcla de timidez y curiosidad. Sus hijos pequeños, jugueteando cerca de la entrada, reflejaban la juventud que ella aún mantenía en su mirada. Vestía una falda larga que se ceñía ligeramente a sus caderas y una blusa blanca que, aunque no revelaba demasiado, insinuaba la belleza de sus formas. Gustavo, que estaba preparando el sermón del domingo, levantó la vista y se encontró con esos ojos verdes, sintiendo un revoloteo en su pecho que no había experimentado en décadas. Ese día, mientras daba su sermón, sus palabras parecían danzar hacia Tatiana, buscando su aprobación, su interés.

Durante las semanas siguientes, Tatiana se fue integrando más en la comunidad. Comenzó a participar en las actividades de la iglesia, especialmente en el coro, donde su voz, llena de matices y emociones, añadía un nuevo color a los himnos. Cada domingo, su presencia se hacía más notoria para Gustavo; no solo por su voz sino por su risa contagiosa y la manera en que se movía, con una gracia natural que atraía miradas. Se convirtió en una figura central en los eventos de la iglesia, especialmente en las noches de oración, donde su presencia parecía iluminar la sala con una nueva luz.

Una tarde, mientras Gustavo limpiaba la piscina bautismal para los bautismos del día siguiente, Tatiana apareció, ofreciendo su ayuda. La iglesia estaba vacía; el eco de sus voces se mezclaba con el sonido del agua. La conversación inicialmente giró en torno a temas espirituales, pero pronto derivó a sus vidas personales. Gustavo compartió más de lo que había hecho en años, hablando de sus dudas, sus miedos y su matrimonio con Berta, que se había vuelto más una rutina que una pasión. Tatiana, con su voz suave y melódica, parecía entender cada palabra, cada silencio, compartiendo sus propias historias de amor perdido y de su búsqueda de un nuevo comienzo.

La tensión entre ellos era palpable. Gustavo sintió una atracción que nunca antes había experimentado, un sentimiento que lo llevó a cuestionar su propia fe. Tatiana, por su parte, encontraba en él la estabilidad y respeto que había deseado en su vida tumultuosa. Mientras Gustavo manejaba la manguera, sus manos se rozaron, enviando una corriente eléctrica por sus cuerpos. La piel de Tatiana era suave, casi como la de un pétalo, y el contacto, aunque breve, encendió algo en Gustavo.

"No debería sentir esto," pensó Gustavo, mientras su corazón palpitaba con fuerza. "Perdón, Señor, por estos pensamientos," murmuró, intentando centrarse en la tarea. Pero la cercanía de Tatiana, su perfume, una mezcla de jazmín y algo indescriptiblemente personal, su risa, todo lo distraía. Sus conversaciones se hicieron más frecuentes, sus encuentros más planificados. Cada vez que se encontraban, era como si el mundo se redujera a solo ellos dos, envueltos en una burbuja de deseo y culpabilidad.

Finalmente, después de varias semanas de esta cercanía, la tensión culminó en un momento donde los límites se desdibujaron. Fue una noche, después de un servicio, cuando Tatiana, bajo el pretexto de ayudar a cerrar la iglesia, se quedó con Gustavo. La piscina bautismal estaba llena, el agua reflejando la luz de las velas que Tatiana había encendido, creando un ambiente casi sacro, pero cargado de una sensualidad prohibida.

Gustavo, con su bata de pastor, se encontró con Tatiana, cuya blusa ahora estaba ligeramente desabotonada, revelando la curva de sus senos. El agua de la piscina parecía invitarlos, y en un momento de debilidad o de pasión, Gustavo y Tatiana se encontraron en la tina bautismal. El agua, fría y purificadora, contrastaba con el calor de sus cuerpos. Sus manos se buscaron, sus miradas se enredaron, y en ese instante, el mundo exterior dejó de existir. Gustavo, entre jadeos y plegarias, pedía perdón mientras se permitía sentir, mientras Tatiana, con una mezcla de gozo y liberación, encontraba en él algo que había buscado sin saber. Sus cuerpos se unieron en una danza de deseo reprimido, la piel de Tatiana respondiendo a cada caricia de Gustavo con un calor que parecía derretir el aire alrededor.

Después de aquel momento, Gustavo regresó a su hogar lleno de conflictos, pero también con una nueva perspectiva sobre la vida y el deseo. Tatiana, por su parte, se sintió más conectada a esta nueva comunidad, sabiendo que había despertado algo en Gustavo que podría cambiar sus vidas, no solo en lo físico, sino en lo espiritual y personal.

Desde aquella noche, Gustavo y Tatiana comenzaron una relación clandestina, llena de encuentros secretos en la iglesia, en casas de amigos que no sospechaban nada y en los momentos robados al día a día. Cada encuentro era una mezcla de pasión y arrepentimiento para Gustavo, quien luchaba constantemente con su conciencia y su fe. Tatiana, en cambio, encontraba en estos encuentros una liberación, un espacio donde podía ser ella misma sin las restricciones de su vida cotidiana.

Sus encuentros eran cuidadosamente planeados; encontraban excusas para quedarse después de los servicios, utilizaban los momentos en que la iglesia estaba vacía para compartir sus secretos y deseos. La piscina bautismal se convirtió en su lugar de encuentro preferido, donde el agua simbolizaba tanto purificación como pecado. Las caricias eran suaves pero intensas, cada beso un acto de desafío a las normas que ambos conocían demasiado bien.

¿Sabías que iVoox Premium te ofrece los mejores podcasts en español, sin interrupciones y con contenido exclusivo? ¡Mejor que Spotify, más personal para ti!


Gustavo sabía que cada momento con Tatiana era una traición a su matrimonio, a su congregación, a su fe; sin embargo, se encontraba atrapado en una red de emociones que no podía desentrañar. Tatiana, por su parte, veía en Gustavo no solo un amante, sino un refugio, un mentor espiritual que entendía sus luchas internas.

El secreto de su relación añadía un elemento de adrenalina y peligro que intensificaba sus encuentros, pero también los llenaba de ansiedad sobre el día en que su secreto podría ser descubierto. Mientras Gustavo predicaba sobre el amor y la fidelidad, sentía el peso de su hipocresía, y Tatiana, al cantar en el coro, sabía que cada nota era una confesión silenciosa de su amor prohibido.

El final de esa noche, y lo que vendría después, quedó abierto a la interpretación de ambos, un capítulo sin cerrar en la historia de sus vidas, marcado por el conflicto entre el deseo y la devoción, el amor y la culpa, creando una historia que ninguno de los dos sabía cómo terminaría.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

La nueva empleada en la farmacia

LA SALIDA CON MI MARIDO Y SUS AMIGOS

EL AMIGO DE MI MARIDO. RELATOS ESCRITOS DE LA VIDA REAL, también en Audio

RELATO EROTICOS - BETO EL CONSTRUCTOR

EL CARNICERO DE MI BARRIO

EL PATRON DE MI MARIDO, también incluye el relato en audio por si prefieres escucharlo.